Esta versión ilustrada de la Caperucita Roja termina tan abruptamente como la de Perrault. Las ilustraciones, geométricas y sugestivas, usan los colores negro, rojo y naranjo, y un constante juego de escalas y proporciones: por ejemplo, cuando el lobo ataca se ve inmenso comparado con la niña y su abuela. El texto, en bloques en distintos lugares de cada página, tiene una tipografía muy pequeña. Se ofrecen dos moralejas: la original de Perrault y una adaptada que reconoce el rol de los adultos en proteger a los niños de quienes buscan aprovecharse de su ingenuidad. Al final, un epílogo del director de la Fundación Para la Confianza vincula la historia de Caperucita con la prevención de abusos. El contenido del epílogo está claramente orientado al público adulto, pero el título no lo advierte.