Un pequeño huevo rueda solo cruzando los árboles y el prado. Rueda y rueda hasta llegar al nido de una pata (la que no se da cuenta, porque está leyendo); y así, un día eclosiona aquel huevo. Al nacer el primer pato, mamá pata lo llama Lápiz de color; al segundo, Cebra y al tercero, Luz de Luna; el cuarto y último huevo, al salir del cascarón, exclama ¡guyi, guyi! y ese se convierte en su nombre (y, por cierto, no es un pato, sino un cocodrilo). Este libro álbum aborda, con delicadeza, un tema tan profundo y difícil de abordar como la identidad, esto a través de una historia con tintes de ternura y astucia. Las ilustraciones, delicadas y en tonos suaves, dialogan con el texto, complementando con cada expresión de los personajes sus complejos sentires. El libro permite muchas capas de lectura, invitando al diálogo y la reflexión, sin menospreciar al lector ni la temática que aborda.