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Cuando salen, los espera una muchedumbre de curiosos que aplauden a Jeidi y se abalanzan para tocarle la guata mientras no paran de gritar: "¡Viva la niña santa, viva la Jeidi!"! ¡Viva!". La arremetida es intimidante. El abuelo no sabe cómo reaccionar. Ella, sin saber por qué, se tapa la cara. Vicki se personifica en un guardaespaldas de lo más fiero. Franco Antonio los cubre y los ayuda a subirse a la carreta. El tractactac de las ruedas es lo único que oyen durante buena parte del regreso. Jeidi va aferrada al brazo del abuelo, como cuando era más niña y pensaba que abuelo era lo mismo que papá, sólo más viejo.
Autor: Isabel Bustos
Año de publicación: 2018
Muy bueno
Jeidi
Cuando salen, los espera una muchedumbre de curiosos que aplauden a Jeidi y se abalanzan para tocarle la guata mientras no paran de gritar: "¡Viva la niña santa, viva la Jeidi!"! ¡Viva!". La arremetida es intimidante. El abuelo no sabe cómo reaccionar. Ella, sin saber por qué, se tapa la cara. Vicki se personifica en un guardaespaldas de lo más fiero. Franco Antonio los cubre y los ayuda a subirse a la carreta. El tractactac de las ruedas es lo único que oyen durante buena parte del regreso. Jeidi va aferrada al brazo del abuelo, como cuando era más niña y pensaba que abuelo era lo mismo que papá, sólo más viejo.
Crítica:
Jeidi es una adolescente con una religiosidad muy particular, que vive en una zona rural junto a su abuelo, y que, de un día para otro, se convierte en la santa del pueblo al quedar embarazada siendo todavía virgen. El libro aborda la situación de las infancias del campo chileno en plena década de 1980, cuando los aparatos del Estado, la Iglesia Católica y los medios de comunicación estaban al servicio de la dictadura cívico-militar. Si bien se alude tanto a la historia de Miguel Ángel Poblete, el vidente de Peñablanca, como al clásico juvenil Heidi de Johanna Spyri, la novela aborda, a través de situaciones tragicómicas, problemáticas contingentes, como la orfandad infantil, las inequidades del sistema educativo y la ignorancia como forma de sometimiento. Se recomienda desde los 15 años.
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