La muerte es un tema difícil de abordar, sobre todo en la infancia, cuando la vida parece eterna. Este libro aborda esta temática desde el punto de vista de un niño, sus reflexiones, preguntas y nostalgias. El texto escrito en primera persona, que logra transmitir ese divagar al momento de pensar, acompañado de ilustraciones que son signos y símbolos que vemos en todas partes: como por ejemplo, el de exceso de velocidad, bifurcación, símbolos de religiones, signos de indicaciones de lavado, entre otros, logran graficar la reflexión de manera muy concreta y cotidiana, sin que por esto se le quite peso a las palabras. Por el contrario, los símbolos no se amarran a interpretaciones que pueda hacer el ilustrador, sino que las refuerza enmarcándolas dentro de elementos cotidianos. Esta es una propuesta original que vale la pena leer.